Don Quijote y Sancho Panza
Don Quijote y Sancho Panza representan algo más que dos personajes; dos estratos
sociales, dos generaciones perennes y atemporales y el simbolismo de un constante cambio
estructural y filosófico entre el idealismo y el realismo que caracteriza las relaciones de la
sociedad humana. Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) escribió el que ahora es el
segundo libro más leído del mundo y después de la biblia cristiana, el más traducido: Don
Quijote de la Mancha.
Indubitablemente los personajes al empezar la novela poseen características distintas y
van evolucionando durante la lectura de la novela, modificándose en lo que Martín de Riquer
llamó, la quijotización de Sancho y la sanchificación de don Quijote. Por un lado, esta
transformación en ambos personajes estudiada y comprendida desde una perspectiva humanista
que, tiene un gran sentido de la justicia y sacrificios altruistas de parte de los caballeros andantes,
no puede ser una digresión literaria accidental, la intertextualidad en cada una de las aventuras
caballerescas. Sobre todo, si tenemos en cuenta que, en esta novela no hay hechos sobrenaturales
porque todas las historias son verosímiles. Por otro lado, mantener que las acciones tienen más
importancias que la psicología de los personajes y su entorno, es auto limitarnos a ver en esta
obra y la relación entre don Quijote y Sancho, las disyuntivas pertinentes a matices encontrados
en muchos otros personajes de la narración. Afirmo esto porque todos los personajes tienen
elementos y arquetipos de la sociedad de la época que Cervantes ilustra mediante la sátira
histórica de don Quijote y Sancho Panza. Desvirtuando no solo libros de caballerías llenos de
fantásticas y sobrenaturales acontecimientos inverosímiles sino, además, llevando al lector a la
cavilación y desadormecerlo de ideas tradicionalistas y estáticas de la época, al igual que de la
era contemporánea. A través de don Quijote y Sancho Panza vemos dos estratos sociales que ven
la vida desde una perspectiva diferente con metas diferentes. De igual manera y de forma
simultánea a través de las anécdotas Cervantes señala las contradicciones de una sociedad que
vive la censura, los problemas del linaje y la nobleza, cuestiona las estructuras institucionales y
sociales. Todo ello, a través de distintas herramientas literarias llenas de sátira, humor, ficción,
metáforas, meta-ficción y meta-teatro.
Al principio de la novela el narrador nos dice que Sancho es “de muy poca sal en la
mollera” (Cervantes, 72). Análogo a la simplicidad intelectual de Sancho en cuanto a
discernimiento y erudición. Sin embargo, Sancho en un principio es anuente a las ideas
fantasiosas de don Quijote tal y como se demuestra en la aventura de los molinos de viento
donde, nuestro caballero hidalgo arremetió contra una de las aspas, rodó por el suelo y fue
precisamente Sancho quien le aseveró que, aquellos eran molinos de viento y no gigantes, ante lo
cual don Quijote le expresó a Sancho que tendría que educarlo en los temas de caballería
(Cervantes, 75). Los subsiguientes episodios nos muestran un Sancho Panza dispuesto a estar
sujeto, a condiciones de trabajador escudero avasallado, con una capacidad y visión realista
empero, capaz de creer en idealismos por más absurdos que estos sean, siempre que favorezcan
sus propios intereses. Así, lo demostró en reiteradas ocasiones como cuando se apresuró a
quitarle los “hábitos”, a un fraile como botín de batalla siendo ese, un intento infructuoso
(Cervantes, 80). Esto es una clara alusión al eterno problema de aquellas personas que están
dispuestos a tomar un dogma, una ideología, una posición a seguir a cambio de un beneficio, de
una promesa por más utópica que esta sea. En una de las aventuras Sancho se apoderó de la
provisión de los monjes que trasladaban un cuerpo muerto durante la noche (Cervantes, 171), en
la aventura del yelmo de Mambrino lamentó que, no hubiera leyes en los estatutos caballerescos
que le permitieran trueques y otros beneficios (Cervantes, 189). Adicionalmente, en la aventura
en Sierra Morena y el encuentro de la maleta de Cardenio con las camisas nuevas y los escudos
de oro, Sancho, una vez más demostró su amor a lo material por encima de los ideales,
demostrando también un dilema ético conforme a las pertenencias encontradas (Cervantes, 217),
desenmascarando una realidad psicológica del ser humano, mostrándolo maleable, corruptible.
Es revelador el hecho de que Cervantes nos presenta a un personaje con sentido realista
que, cuando es de noche y sus sentidos no están lúcidos, ante la oscuridad y por miedo es capaz
de mentir y manipular (Cervantes, 177). Mientras que, cuando es de día y no es afectado por el
miedo dice lo que ve, lo que es. Esto es importante porque la luz tiene un significado profundo,
el del conocimiento. Mientras que la oscuridad tiene el simbolismo de la ignorancia. Es apenas
normal entonces que un ser humano sumido en la ignorancia ante lo que no conoce viva en el
temor. Mientras que un ser humano instruido, educado y de ciencia es más objetivo en la
evaluación de los acontecimientos y situaciones que la vida le deparen. Es significativo como
Cervantes ubica al lector en el mismo espacio y momento donde valdría el esfuerzo de autoreflexión puesto que, revela a ellos lo que sucede a la vez que se nos revela a nosotros, tal y
como sucede en la aventura de los “seis mazos de batán” (Cervantes, 184). Empero, los
sufrimientos causados por las decisiones en las aventuras llevan a nuestro don Quijote y Sancho
Panza a entablar una relación emocional donde, Sancho reflexiona sobre su realidad dentro de la
sociedad y en relación al desarrollo afectivo hacia don Quijote y el de don Quijote hacia él. La
razón por la que afirmó que es significativo es porque también en nosotros como lectores se da
esa relación emocional con sentido de curiosidad, despertando la imaginación hacia lo que podría
o no podría ser aquello. Al final, aunque Sancho hace escarnio de don Quijote y don Quijote se
avergüenza, nos deja claro la capacidad del cinismo en Sancho puesto que, él también tuvo
miedo y no sabía qué podía haber sido aquel chaspeo en las aguas del río. La falta de humildad y
auto reflexión de Sancho aún no había madurado lo suficiente.
En cambio, don Quijote empieza a llamar a su escudero “Sancho amigo” (Cervantes,
184), en ocasiones e incluso empieza a usar refranes, refranes que en principio eran hábitos
exclusivos de Sancho. Cuando don Quijote se auto-reconoció como Alonso Quijano, reafirmó a
Sancho como su amigo. Es decir que, si durante la pérdida de la cordura había sido su leal mozo
escudero y amigo, ahora le reconocía como su mejor amigo digno de su herencia. Una
correlación análoga a la de dos estratos sociales que tras convulsiones colectivas, económicas o
políticas suelen re-encontrarse en un punto medio. No sin antes haber pasado Sancho por una
instrucción honorable del idealismo caballeresco. Esto nos indica la claridad de Cervantes en
indicar que era necesario en la época, una sociedad inclusiva y para ello la instrucción de las
leyes y las armas. Es decir, una educación en la dirección de administración social e
institucional.
Esto quiere decir que las convergencias sin desarrollo preliminar en un individuo, una
comunidad, una nación, no solo generan frutos de incompetencia sino, además, de indiferencia y
nostalgia. Es por ello por lo que Sancho evocaba su pasado al lado de don Quijote. Sancho fue
efímeramente el gobernador de una ínsula que, si bien es cierto aquello era un escarnio, no
menos cierto es que si hubiese sido real, nuestro querido personaje se hubiera sentido igualmente
cohibido. Es ingeniosa la sátira de la gobernación de una ínsula y la posible interpretación
alternativa de esta. Como bien nos dice Martin de Riquer, en un principio Sancho no tenía claro
que era una ínsula puesto que este era un léxico arcaico de los libros de caballería. Dicha ínsula
estaba en el “centro de Aragón y nada tenía de isleño” (Riquer, 138)
Don Quijote al igual que los caballeros de los libros de caballería tenía un amor platónico
divinizado en una dama, su Dulcinea. Al punto que, en varias ocasiones en que enfrentó peligro
se encomendaba a ella. Este es un aspecto muy interesante puesto que el narrador supo separar la
transformación histórica de la influencia cluniacense de la divinidad femenina y la introducción
parcial de la liturgia romana en la sociedad española (Cantarino, 95) que trata de la devoción a la
Virgen o aspecto divino femenino, salvando de las llamas de la inquisición al libro de don
Quijote, permitiendo a Cervantes su primera publicación en ausencia de una divinidad femenina
de carne y hueso simbolizada en Dulcinea. En cambio, Sancho estaba casado, con hijos y el trato
hacia su esposa distaba mucho de la hidalguía que intentaba emular después de un tiempo de
viajes con don Quijote. En este hecho podemos nuevamente observar el contraste entre el amor
idealizado y la realidad familiar de Sancho.
Si bien Cervantes ejerce una fuerte crítica social a los hidalgos de su tiempo, también es
claro en su crítica al señalar que son idealistas y deja entrever una sociedad gobernante
totalmente desvinculada de la realidad con respecto a los estratos sociales más bajos de aquella
época. Es probable que por ello Cervantes “puso en boca de Sancho Panza;” “Yo imagino que en
esta ínsula debe de haber más dones que piedras” (Cantarino, 175), aduciendo que muchas
personas ostentaban el título de “don”, de algún linaje noble o hidalgo para sentirse vinculado en
la sociedad debido a la segregación de los grupos sociales marginados. Adicionalmente, don
Quijote exhorta a Sancho y le dice: “Nunca yo acostumbro, despojar a los que venzo, ni es uso
de caballería quitarles los caballos y dejarlos a pie” (Cervantes, 192). Sin duda, estos dos
personajes representan dos grupos sociales de la época y como bien nos dice Cervantes a través
de Dorotea “la verdadera nobleza consiste en la virtud” (Cervantes, 379). La virtud del idealista
independientemente de títulos sociales en conexión con la lealtad conforme a la realidad de la
sociedad de aquel entonces. Esto nos muestra un aspecto ético y moral en el idealismo, necesario
para una verdadera justicia social y evitar un cambio lleno de anarquía tal y como aún hoy en día
vemos en algunos puntos de nuestro mundo y de la historia. Estratos sociales de los
proletariados, confiscándoles a los estratos sociales económicos más ricos sus bienes y hasta su
vida.
Para comprender mejor esta novela es necesario el estudio minucioso sobre la vida de
Miguel de Cervantes Saavedra. En la lectura del Cautivo en la primera parte nos damos cuenta
de que Cervantes explaya su imaginación y riqueza literaria porque él mismo fue cautivo en su
enrevesada historia personal. Cervantes pasó cautivo desde 1571 al 1575 en Argel y fueron sus
hermanas quienes le encomendaron al Fray Juan Gil con 300 escudos su liberación. Cervantes
intentó escapar cuatro veces sin éxito. Al final, el Fray Juan Gil terminó pagando 500 escudos. Él
reunió los otros 200 escudos con ayuda de mercaderes cristianos en Argel. Sumado a eso,
Cervantes tuvo un hermano de nombre Rodrigo quien, también fue cautivo y liberado tras pagar
sus hermanas por el rescate. Tras su libertad, Rodrigo continuó como soldado y “cayó el 2 de
julio de 1601 en la batalla de Las Dunas” (Arroyo, 105).
El símbolo personificado entre don Quijote y Sancho Panza nos muestra dos visiones
filosóficas y movimientos sociales antagónicos existenciales en todas las generaciones históricas
y en todas las relaciones sociales. Evidentemente Cervantes no podía ser más explícito durante la
época en que la novela fue impresa donde, a través de sus arquetipos personificados enfrentó
mediante sus escritos a los tradicionalistas medievales, ya bien entrados en una entropía sin
futuro. Los nuevos eruditos y la nueva generación educada de aquel entonces recibieron con
beneplácito una historia de entretenimiento verosímil con matices críticos a las estructuras
sociales. Indubitablemente, una nueva forma no solo de hacer novela, sino de hacer la primera
Novela moderna por sus novelas intercaladas de expresión literaria libertaria en su época. Y es
que, el rol social impuesto tenía inmersa a las personas tanto en la sociedad como en los
personajes de la novela donde, algunos personajes sobresalían rompiendo con el tradicionalismo
impuesto mediante medios dogmáticos y normativas de poder jerárquicos. Lo vimos en el caso
de Maritornes y otros personajes femeninos, al igual que con los abusos hacia la humanidad de
Andrés. La libertad de expresión había encontrado un nuevo aliado y nuevas técnicas para
fomentar el pensamiento crítico en los académicos y los jóvenes.
La profunda amistad que don Quijote y Sancho llegan a desarrollar a lo largo de la novela
bien puede ser un indicativo del inevitable cambio de visión filosófica de la época. El tiempo que
transcurren y desarrollan sus lazos de amigos es semejante al de dos estratos sociales que se
repelen en un principio empero, el libre albedrío e ingenio humano lleva con el tiempo y el roce
a que desarrollen la afinidad y la empatía. Un cambio escalonado que puede lograrse con el
debate de las ideas y la búsqueda de alternativas sin descartar la defensa de dichas ideas
caballerescas y humanistas por medio de las armas por su temible impacto neutralizador o
disuasorio. Es así, como el valor y la gallardía del virtuoso verdadero se impone ante el miedo y
la cobardía. Sin embargo, don Quijote no había sido “armado caballero”, ni Sancho “escudero”.
Al menos no mediante y conforme a las reglas de la caballería. La sátira no podía ser más
perfecta para trascender los estándares de censura del tribunal de la Santa Inquisición.
Los movimientos humanistas, tan fundamentales del ser humano, surgen de la
insatisfacción, la discrepancia con la realidad. Y es que España vivía su momento histórico
donde “el absoluto de la razón dice Saint-Simon, debe reemplazar al absoluto de la fe” (Servier
79). No olvidemos que en la época en que esta novela circulaba por primera vez, los ideales del
renacimiento fueron afectados por la realidad a los constantes cambios de la reforma protestante
y la contrarreforma católica. Además, bien podríamos decir que la filosofía detrás del concepto
del idealismo quijotesco es que “la naturaleza humana es maleable, por lo tanto, el esquema
social y económico son el resultado de esa naturaleza” (Loubere 23). Sería ingenuo no tomar en
cuenta el hecho de que “la segunda parte de Don Quijote de la Mancha es una novela política,
sin duda la primera, que trata de las crisis de un gobierno contemporáneo e incluso de muchos
gobiernos actuales con políticas arcaicas y fehacientemente fracasadas. Ofrece una amarga
crítica de la sociedad de la época, sobre todo de las clases dirigentes” (Echevarría, 160). Sí esto
es así, entonces está más que inobjetable y comprensible la carencia de un núcleo ético en el
ámbito político, económico, religioso y social desencadenados por la indiferencia ante el dolor
ajeno y la infinita insatisfacción de las elites de la nobleza de aquel entonces, al igual que hoy en
día en muchas partes de nuestro mundo. Es por ello por lo que, esta Novela es y continuará
siendo parte del canon de la literatura en español donde, negarles a las futuras generaciones su
análisis es contraproducente al pensamiento crítico, la libertad de expresión desde hace 500 años,
el ejemplar maestro de la literatura moderna y el análisis cultural, social, ideológico, filosófico,
espiritual, humanista y calculador en un solo libro. Es entonces la relación de don Quijote y
Sancho Panza mucho más que una relación entre amo y vasallo. Tanto Sancho como don Quijote
evolucionaron y se compenetraron, con respecto a sus perspectivas generales como personas.
By Luis Zapatacorea.
Obras citadas
Arroyo, Ciriaco Morón. Nuevas meditaciones del “Quijote”. Gredos, 1976
Cantarino, Vicente. Civilización y cultura de España. Pearson/Prentice Hall, 2006.
De, Cervantes Saavedra Miguel. Don Quijote de la Mancha: edición conmemorativa IV
centenario Cervantes. Real Academia Española, 2015.
Echevarria, Roberto Gonzalez, and Isabel Ferrer Marrades. Amor y ley en Cervantes. Gredos,
2008.
De Riquer, Martin. Para leer a Cervantes. Acantilado, 2005.
Loubère, Leo A. Utopian socialism: its history since 1800. Cambridge, MA: Schenkman, 1974.