México, luego de abstener su voto en la resolución sobre la “Situación de Nicaragua” que se debatió y aprobó con 25 votos a favor en el cierre de conversaciones en la 51 Asamblea General de la OEA, el gobierno de Manuel López Obrador, llamó a consultas a su embajador en Nicaragua, Gustavo Alonso Cabrera, para emitir sus “preocupaciones” respecto al fraude electoral del pasado siete de noviembre.
De igual forma, la embajadora de México ante la OEA, Luz Elena Baños, aseguró que envió su posición de “preocupación” al órgano internacional sobre la situación de Nicaragua la semana pasada.
“México defiende y cree en la democracia representativa, fundamento de nuestra organización hemisférica”, expresó Baños.
Mientras tanto, en su doble discurso también arremetió en contra de los Estados miembros de la OEA, rechazando las políticas establecidas que indican imponer sanción alguna a países que violen la firma de la Carta de la OEA y la Carta Democrática Interamericana.
Siete médicos fueron despedidos por “incumplimiento al deber patriótico”,
“Tampoco podríamos reconocer que la OEA goce de facultades implícitas o residuales, es decir, atribuciones que no estén expresamente previstas en las obligaciones que hayamos asumido en forma soberana”, subrayó.
Si bien, en octubre pasado y durante las dos primeras sesiones en la 51 Asamblea General de la OEA del 10 al 12 de noviembre, se han abstenido de votar a favor de los proyectos de resolución que ahonda la crisis política de Nicaragua, en justificación a la no intervención en los asuntos internos de otros Estados y la defensa del diálogo, pero ahora se encuentran “preocupados”.
Baños, en su política de doble moral, defendió que el Estado mexicano se basa en los principios de “política exterior” establecidos en la constitución que en “espíritu de la Carta Democrática Interamericana es la búsqueda de soluciones con el pleno concurso de todas las partes involucradas”, indicó.