En su poderosa homilía, el padre Uriel Vallejos hace un llamado apremiante a la unidad y la acción sincera por la liberación de Nicaragua. Parte de una dura crítica a la división y traición interna que sufre su país, comparándola con la traición de Judas a Jesús. Señala que, así como Jesús tenía discípulos traidores, Nicaragua está plagada de grupos que dicen luchar por ella, pero en realidad están motivados por la ambición y la soberbia, en lugar de servir verdaderamente al pueblo.
Con citas de San Óscar Romero, el padre Vallejos condena el egoísmo de quienes no quieren ceder nada para que los demás alcancen, y denuncia a aquellos que se sirven de las ONG y fundaciones para su propio beneficio, en lugar de atender realmente a las mayorías pobres y sufrientes.
Critica también a la falsa oposición que ha llevado a la persecución de líderes religiosos y la censura de medios de comunicación. Recuerda con dolor los casos específicos de víctimas y la injusticia continua que vive el pueblo nicaragüense, recriminando a quienes olvidan estas tragedias en sus luchas por el poder.
En un mensaje desgarrador, el padre Vallejos llama a dejar de lado las disputas y unirse en torno al sufrimiento de la patria, sin buscar beneficios personales. Hace un llamado a la unidad y la acción colectiva sincera, para lograr la liberación y justicia que Nicaragua necesita.
Finalmente, el padre Vallejos transmite un mensaje de esperanza y fe en la resurrección y la libertad de Nicaragua, bajo el liderazgo de Cristo. Su homilía es un poderoso alegato a favor de la solidaridad, la verdad y la justicia, dejando de lado intereses egoístas y divisiones, para alcanzar la tan anhelada liberación de la nación.