Kassym-Jomart Tokayev, quien fungía como presidente de Kazajistán, un país que pertenecía a la Unión Soviética pero que en el 1991 declaró su independencia, anunció este jueves que abandona el poder luego de un sinnúmero de protestas en contra de su gobierno que estallaron el primero de enero.
Las protestas dieron lugar luego que Tokayev anunciara un alza en los combustibles el primero de enero, razón por la que manifestantes salieron a las calles a protestar en contra de la reforma ya que Kazajistán se ha caracterizado por ser uno de los países más ricos en petróleo.
Luego que las manifestaciones se extendieran por todo el país, Tokayev declaró el miércoles estado de emergencia y solicitó ayuda militar al régimen ruso de Vladímir Putin para disuadir las protestas.
A pesar que el disidente de la presidencia informara este jueves que normalizaba los precios de los combustibles, las protestas continuaron de modo que 2500 tropas rusas ya se encuentran interviniendo en Kazajistán.
Los fuertes disturbios han dejado decenas de muertos entre manifestantes y policías, 1000 personas heridas, 400 hospitalizadas y 2000 encarcelados.
Kazajistán se ha caracterizado por tener gobernantes autoritarios que se han elegido en unas elecciones totalmente viciadas, sin oposición y con el total de los votos.
Y en esta ocasión, aunque la gota que derramó el vaso fue el alza del gas licuado, y a pesar que el gobierno dimitió este jueves, las protestas aún continúan porque los ciudadanos de Kazajistán se hastiaron de más de 30 años de dictadura.
Ahora el rumbo de las protestas cobró otro giro. Los manifestantes demandan cambios en el gobierno, elecciones libres y con una oposición solida, reformas en la Constitución que limite a los futuros gobernantes sus términos y poderes, cese de la persecución a activistas y protestantes y nuevo parlamentarios que no sean allegados de Kassym-Jomart Tokayev y Nursultán Nazarbáyev.