El Ejército Sandinista comandado por Julio Cesar Avilés, sospechosamente mandó en retiro a más de una decena de militares y altos rangos de la institución señalada de proporcionar armas a paramilitares en las protestas antigubernamentales de 2018.
Durante un acto, Avilés calificó el retiro como una “honrosa condición de retiro” de los 13 coroneles, 11 tenientes coroneles, 2 capitanes de fragata, 13 mayores y 1 capitán, pero el mayor rango, fue el retiro del general de brigada Genaro Rosendo Betanco Romero.
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Avilés, manifestó a los “retirados” que se sintieran orgullosos de “haber siempre pertenecido y representado al Ejército con el honor y valentía que caracteriza al soldado nicaragüense”.
Llama poderosamente la atención la barrida en el Ejército Sandinista ya que se da en el contexto de una casería de brujas por la vice dictadora Rosario Murillo para identificar a quienes tenían conocimiento de la rebelión del ex embajador Sandinista ante la OEA, Arturo Mcfields.
Arturo Mcfields, el pasado 23 de marzo sorprendió a todo el mundo al denunciar ante la OEA a la dictadura Sandinista todos los crímenes cometidos desde 2018. El disidente Sandinista, durante su intervención manifestó que dentro del gobierno hay muchos funcionarios que desean renunciar a sus puestos, pero no lo hacen por temor a represalias.
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Así mismo, la barrida en el Ejército Sandinista da luego, también, de la renuncia de las hijas del diputado Sandinista Wálmaro Gutiérrez, María Fernanda y María Michelle Gutiérrez Gaitán, quienes trabajaban para la dictadura Sandinista desde 2020.