Lo peor está por venir para los brasileños. El comunista Luiz Inácio Lula da Silva ganó las presidenciales este domingo, en una segunda vuelta contra Bolsonaro, quien por unos cuantos puntos hubiesen empatado.
De acuerdo con el escrutinio electoral que fue del 98.81%, el Tribunal Superior Electoral (TSE) escrutó el 50.83% para Lula y el 49.17% para Jair Bolsonaro.
Es decir, Lula obtuvo 59,7 millones de sufragios, mientras que Bolsonaro 57,7 millones, según los datos del TSE.
Según el recuento electoral, en los primeros datos del escrutinio, Bolnosaro tenía gran ventaja de votos con más de 15 puntos porcentuales, pero fue cuando revelaron un segundo informe con casi el 70% de mesas receptoras y pusieron sobre la cima al líder comunista.
Resulta sorprendente que a los brasileños se les olvidara tan rápido el pasado y los años de corrupción de Lula da Silva durante su mandato entre 2003-2011 y hoy resulte ganador de las presidenciales por tercera vez.
En los peor de los casos, los brasileños han ignorado que Lula es amigo y apañador de las dictaduras más criminales de Latinoamérica como las de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Lula es recordado por la historia por cometer actos de corrupción, considerados como los más graves en la historia Latinoamericana como el esquema secreto de compra de votos en el Congreso y los sobornos por contratos multimillonarios de la petrolera estatal Petrobras con empresas constructoras.
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En ese sentido, el líder del Partido de los Trabajadores fue acusado de recibir favores de las constructoras privadas, por corrupción pasiva y lavado de dinero, por ende, fue condenado a prisión en 2018.
Luego de 19 meses de prisión, el líder comunista fue liberado por el Supremo Tribunal Federal, que en 2021 anuló sus condenas por supuestos errores en los procesos judiciales.