Unos documentos filtrados por WikiLeaks al que tuvo acceso el diario digital Confidencial llamados “cable diplomático”, revelaron la paranoia que vive el dictador Sandinista Daniel Ortega, desde que tomó el poder en 2007 a ser traicionado por su mismo séquito y el control que ejercía a sus altos funcionarios.
Los documentos que fueron firmados por los entonces embajadores Paul Trivelli y Robert Callahan en 2009, pero fueron publicados en 2011, citan a la primera comisionada Aminta Granera, jefa de la Policía Nacional quien sostuvo un encuentro con Callahan y le confió que Daniel Ortega está “completamente loco” y que es “una amenaza para el país”, por suponer que “unas monjas están rezando para que lo asesinen”.
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El documento escrito por Callahan, detalla que Ortega acusaba a unas monjitas de orar para que él muriera y, aunque en los papeles no específica la decisión que tomó la dictadura contra las religiosas, Ortega las consideraba como una “amenaza” y que conspiraban en su contra.
Los papeles de WikiLeaks firmados por los embajadores estadounidenses, describieron a Ortega como “un hombre corrupto, sin escrúpulos y autoritario” y que muchos de sus funcionarios tienen temor de expresarse o dar declaraciones públicas por temor a las represalias que podía tomar el gobierno.
Granera, fue quien le confió al exembajador Callahan su temor como funcionara pública, pues aseguró que la dictadura la mantenía constantemente vigilada y que su rango como jefa de la Policía Sandinista, era lo único que la mantenía segura y más cerca de Ortega, ya que Ortega “temía su potencial como su rival (electoral)”, quen caso que algún día Granera se postulara para la presidencia.
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“Claramente Granera está bajo estrecha observación y seguimiento diario por su propio personal de oficina. Si Ortega pretende mantener a Granera en su cargo como jefa de la Policía Nacional hasta el final de su mandato, puede ser tanto para minimizar las posibilidades de que emerja como una poderosa rival política. O quizás esta es la manera de Ortega de mantener a sus amigos cerca, y a sus enemigos más cerca aún”, detalla los papeles.
Aminta Granera, fungió en su cargo como jefa de la Policía meses después del estallido social en 2018, pero fue destituía aunque la dictadura no lo hizo oficial y nombró a Francisco Díaz, consuegro de Ortega como director de la institución represora.