El Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Monseñor Silvio Báez, instó a los nicaragüenses a no perder la esperanza frente a los problemas y las luchas sociales.
Durante su sermón dominical, basado en el Evangelio de Mateo, que relata la historia de las diez vírgenes, donde cinco fueron previsoras y las otras cinco fueron negligentes al no recargar sus lámparas de aceite para esperar “al esposo”.
“Esto también es aplicable a la vida personal, así como a las luchas sociales. Los sueños de construir una sociedad justa y libre pueden desvanecerse con el tiempo. Llega la noche de la decepción cuando todo parece oscuro y sin sentido, la noche de nuestros errores y de sentirnos impotentes ante el poder opresor, la noche de la ignorancia al no saber qué más hacer, la noche de la desilusión y la desconfianza hacia los líderes e incluso la noche de las confrontaciones inútiles entre aquellos que comparten el mismo ideal de una nueva sociedad”, expresó el jerarca.
Sin embargo, Báez afirmó que el problema no radica en cansarse, dudar o desear retroceder en medio de la noche.
“Como en la parábola de hoy, la pregunta es si, mientras enfrentamos estas noches, estamos cuidando el aceite de la lámpara de la vida, de la mente y del corazón para luchar y prepararnos para el futuro”, aseguró.
Es necesario reflexionar internamente
Báez señaló que debemos preservar el aceite en nuestro interior para construir un futuro diferente, a través del optimismo y la valentía.
“El aceite del verdadero amor por las personas, el aceite de la transparencia y la humildad política, el aceite de la colaboración para lograr un objetivo común, el aceite de la lucidez y la organización. La pregunta es: ¿estamos preparados? ¿estamos cuidando el aceite o solo nos preocupamos por la lámpara?”, preguntó el jerarca.
Agregó que quizás el aceite que nunca debe faltar en la lámpara de nuestra vida personal y social es la esperanza que proviene del amor de Dios.
“Las jóvenes descuidadas no supieron mantener viva su esperanza. No seamos personas apagadas, soñemos en grande, no nos quedemos derrotados ni dormidos, nunca desesperemos, no dejemos de buscar, creer y confiar”, afirmó.
“Lo que nos corresponde es cuidar la pequeña vasija con aceite. No tener aceite en la lámpara no es un pecado, es una negligencia, una insensatez. Dios es el aceite que ilumina nuestra vida desde adentro, llenándola de su amor y consuelo. Dios es el aceite que nunca se cansa de perdonarnos y llamarnos a participar en el banquete final de la vida”, concluyó.