La dictadura Sandinista dictó prisión preventiva Manuel Salvador García de Nandaime, luego de ser capturado el pasado miércoles primero de enero.
El sacerdote está siendo acusado de “lesiones graves en perjuicio de Martha Candelaria Rivas, quien extrañamente dio declaraciones a medios oficialistas asegurando que era “amiga íntima” del religioso y luego estar entre los efectos del licor, supuestamente la mujer fue agredida con un candado.
Policía Sandinista arresta a sacerdote de la parroquia Jesús de Nazareno de Nandaime
El supuesto móvil, ocurrió en la iglesia Jesús Nazareno ubicada en Nandaime tras recibir la supuesta visita de Rivas y sus dos hijos. Horas después la mujer salió de la parroquia pidiendo ayuda porque supuestamente fue agredida por el pastor.
Cabe mencionar que esta es una táctica utilizada por la dictadura Sandinista desde los años 80 para difamar y luego apresar a quienes consideran un estorbo para su gobierno, como el caso de padre Bismarck Carballo, Monseñor Miguel Obando y Bravo y Pablo Antonio Vega.
En el caso de Bismarck Carballo, era Vicario Episcopal para los medios de comunicación social y Director de la Radio Católica y fuerte crítico del Frente Sandinista en los años 80.
Carballo fue involucrado en un escandalo sexual bajo el Ministerio del Interior o Dirección de la Seguridad del Estado dirigidos por Tomás Borge y Lenín Cerna.
El líder religioso fue víctima del FSLN, luego que Carballo visitara a Maritza Castillo Mendieta (exguerrillera Sandinista) para brindarle “consejo espiritual”, pero el padre fue sorprendido por las turbas Sandinistas quienes irrumpieron en el lugar, lo golpearon y lo obligaron a desnudarse para ser expuesto ante medios del FSLN que estaban en el lugar por una operación planificada.
Luego que Carballo fue expuesto ante medios de comunicación de propaganda Sandinista, fue llevado a prisión, pero luego de una mediación entre el alto clero y las turbas, Carballo fue desterrado de su nación por motivos de seguridad.
Más de una decena de sacerdotes y altos jerarcas fueron expulsados de Nicaragua tras denunciar las torturas y violaciones cometidos por el Frente Sandinista cuando se tomó el país por las armas para sacar del poder a la familia Somoza.